José Clemente Orozco, su vida y obra, en la sede del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México
Ciudad de México, 28 de junio de 2019.
Gregorio Luke llevó al auditorio a un recorrido por los murales y los principales pasajes de la vida del artista mexicano
En representación del presidente del Tribunal Superior de la Ciudad de México, magistrado Rafael Guerra Álvarez, el consejero de la Judicatura de la Ciudad de México Jorge Martínez Arreguín entregó un reconocimiento a Luke, por su destacada ponencia.
A casi 136 años de su nacimiento y 70, de su muerte, José Clemente Orozco, su vida y su obra, llegaron a la sede del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México (TSJCDMX). Gregorio Luke, experto en murales y muralistas, mostró parte del legado del artista plasmado en el Hospicio Cabañas, la Universidad de Guadalajara, el Colegio de San Idelfonso, Dartmounth y Pamona College, el Hospital de Jesús y en el edificio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
En el Ciclo de Conferencias Murales y Muralistas, esta vez con el tema: José Clemente Orozco, vida y obra, Luke presentó imágenes de los destacados murales del artista mexicano, como El Hombre en llamas, Dioses del mundo moderno, La Trinchera, Las Soldaderas, Katharsis, Dive Bombera and Tank, Miguel Hidalgo, Omnisciencia, Prometeo y Autorretrato.
José Clemente Ángel Flores nació en Zapotlán el Grande, actual Ciudad Guzmán, el 23 de noviembre de 1883. A la edad de dos años, su familia, con cuatro hijos, se mudó a Guadalajara. Cuando, el artista cumplió 7 años, se mudaron a la Ciudad de México. A un costado de su nuevo hogar, había una imprenta que trabajaba con los grabados de José Guadalupe Posada, el Padre de la Catrina; lo que constituyó su primer contacto con el arte.
Con una narrativa muy elocuente, Gregorio Luke llevó al auditorio a la niñez de José Clemente, al momento en que pierde la mano, pero que no fue obstáculo para que se convirtiera en un maestro y referente del muralismo mexicano. Hizo visualizar las clases nocturnas en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, que estaba a unas cuadras de la escuela Normal y sus estudios como perito agrícola en la Escuela de Agricultura de San Jacinto.
“En una ocasión, mientras hacia un experimento de química, le explota el experimento en las manos y se las destroza; la izquierda más que la derecha. Imagínense una explosión en el centro del cuerpo. Lo trasladan a la Cruz Roja y lo preparan para amputarle las manos. Una mujer indígena, le da compasión ver a este joven que va a quedarse sin manos. Se arrodilla, ante el médico y le pide que, por lo menos, le salve una mano. Es tan intensa la petición de esta mujer, quien no conocía a José Clemente, que hasta el médico se apiada, pero la mano izquierda se la tiene que cortar. Pero le salva la mano derecha. A esa mujer le debemos todo el arte, que vamos a compartir este día”, relató el especialista. Luke se asombró de cómo es posible que con una sola mano, con una visión tan lastimada, hiciera esas grandes obras.
Narró y presentó las obras que, en 1922, Orozco plasmó en las paredes del patio de la Escuela Nacional Preparatoria, en el antiguo Colegio de San Ildefonso, donde se puede apreciar La Trinchera, una de las obras más representativas de José Clemente, en la que aparecen tres hombres en disposición diagonal, apoyando sus cuerpos contra el boque de piedra que les sirve de parapeto, una imagen que se ha grabado en el imaginario de los mexicanos. En ella se aprecia el uso de diagonales, el color característico de los murales del artista, pero sobre todo su dramatismo: su fuerza y el dolor de la lucha revolucionaria.
Gregorio llevó al auditorio, por varios de los lugares, donde el muralista plasmó sus obras, entre ellas varias visitas a Estados Unidos, hasta llegar a 1940 cuando inicia los frescos en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los cuales terminó en 1941. Durante el periodo 1942–1944, decoró la iglesia del Hospital de Jesús, en la Ciudad de México.
Entre 1948 y 1949 pintó la media cúpula de la Cámara de Diputados y el frontón interior del recinto.
Seguiría trabajando hasta el último día de su vida. Después de hacer un trazo le dijo a su asistente: “me siento muy cansado, me voy a descansar; quizás nos veamos mañana”. Murió esa noche del 7 de septiembre de 1949 y fue sepultado en la Rotonda de las Personas Ilustres, del Panteón Civil de Dolores, recordó Gregorio Luke.
“No importan las equivocaciones, ni las exageraciones. Lo que vale es el valor de pensar en voz alta, decir las cosas tal como se sienten en el momento en que se dicen. Ser lo suficientemente temerario para proclamar lo que uno cree que es la verdad sin importar las consecuencias y caiga quien cayere”.
José Clemente Orozco.
En representación del presidente del Tribunal Superior de la Ciudad de México, magistrado Rafael Guerra Álvarez, el consejero de la Judicatura de la Ciudad de México Jorge Martínez Arreguín entregó un reconocimiento a Gregorio Luke, por su destacada ponencia sobre la Vida y Obra de José Clemente Orozco. Resaltó la gran narrativa del expositor y su amplio conocimiento en murales y muralistas.
Invitó a los presentes a asistir a la siguiente conferencia sobre la vida y obra de David Alfaro Siqueiros, que tendrá verificativo en la Casa de la Justicia, en Avenida Juárez, número 8.