La protección de los datos personales en las redes sociales es una misión casi imposible con el tipo de normatividad actual.
Muchos de nosotros no somos conscientes de la cantidad de información de carácter privado que subimos al internet, lo cual, eventualmente, podría convertirse en un dolor de cabeza para nosotros o nuestras familias.
La información proporcionada no sólo puede ser útil para fines comerciales y laborales, también puede ser usada para actos de discriminación o para hacer de las personas objetos de algún delito. Esto ocurre cada vez con más frecuencia en ciudades como el Distrito Federal.
La expansión de las redes sociales trae como consecuencia un crecimiento exponencial del tránsito de datos de carácter privado; por ejemplo, fotografías, videos, relatos de experiencias personales, de viajes, y todo tipo de información que revela nuestra intimidad. Al respecto, el Estudio de protección de datos personales entre usuarios y empresas, publicado en 2013 por la Asociación Mexicana de Internet y Microsoft, nos ofrece un panorama que debemos observar con seriedad.
Según este estudio, el acceso a redes sociales es la tercera actividad más importante que los usuarios realizan en internet; así lo afirmó el 82% de las personas entrevistadas. La primera actividad es la de recibir y enviar correos (87%); y la segunda, la de buscar información (84%). No obstante, el 93% de los internautas confesó hacer uso de, al menos, una red social.
Los jóvenes son los que más emplean la tecnología y también los primeros que la adoptan: 75.6% de los usuarios de internet tiene menos de 35 años. Lo preocupante es que, según una encuesta realizada por el IFAI en 2012, los menores de 18 años son más propensos a proporcionar sus datos personales sin la supervisión de un adulto.
Asimismo, la mayoría de las personas difícilmente leen las condiciones de uso para darse de alta como usuario en alguna página de internet y tampoco conocen la política de privacidad de ésta. Por supuesto, son los menores de 18 años quienes menos se preocupan por enterarse de estas condiciones y políticas.
Incluso, la mayoría de los adolescentes de entre 12 y 17 años señaló que es poco usual que sus padres revisen su correo o lo que publican en los sitios de internet.
Cabe señalar que el medio más común para acceder a redes sociales es el teléfono inteligente; el 56% de los usuarios ingresa desde su celular.
Aunque el universo de usuarios de internet se reduce a un 38% de la población de nuestro país, de acuerdo con información del INEGI, las cifras ya son considerables y se incrementarán proporcionalmente con el número de nuevos usuarios de la red internacional.
Todos estos datos deben hacernos reflexionar, porque parte de nuestra privacidad se está divulgando con nuestra activa participación. Y lo peor es que en este proceso podemos involucrar a terceros que no tienen intención de hacer pública su vida personal.
En nuestro país, la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de Particulares es la que regula el tratamiento de datos en las empresas del sector privado, y el órgano que se encarga de vigilar su cumplimiento es el IFAI. No obstante, las redes sociales escapan a la protección, sencillamente porque no se sabe en donde se aloja la información proporcionada; por lo tanto, tampoco se conoce la normatividad que aplicaría.
En síntesis, no se trata de renunciar a las posibilidades de comunicación que nos ofrece la tecnología, sino de reducir los riesgos ante la falta de una regulación internacional. Incluso, las redes sociales pueden ser un mecanismo para la rendición de cuentas. Así que procuremos hacer un buen uso de este medio de comunicación, cuidando nuestra integridad.